sábado, 24 de julio de 2010

YUYITO Amalia González fue una de las bombas sexy de la década. Desde su personaje en Hiperhumor estimuló fantasías y combinó seducción con maternidad. Hasta grabó un disco.
La espiritualidad y la seducción no se entremezclan. Las curvas y la fe van por caminos divergentes. Pero el puente que cruza de un estado al otro suele construirse sobre un río seco. El cauce estéril obliga al pasaje a nuevos territorios. Yuyito González cruzó de orilla y se quedó instalada en el sosiego de lo intangible, de ese mundo que trae paz más allá del cronómetro que atenta contra la belleza. En sus cincuenta, la modelo y actriz voluptuosa que supo integrar las filas de los uruguayos, en la inolvidable tira del Nueve, vive con paz interior y parece haber dejado muy atrás la era Coppola, el rollo y la máquina, el cavado y los tacos. Su discurso cristiano no suena a fervor irracional, más bien da cuenta de la sensatez de quien es consciente de que la vanalidad de la fama es una estadía muy corta. Amalia entendió de qué se trata.

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