sábado, 21 de noviembre de 2009

JUAN PABLO-SEGUNDO-TE QUIERE TODO EL MUNDO... Fue el canto que se escuchó sin pausa en las dos oportunidades que el Papa más querido de todos visitó la Argentina: sobre el final de la Guerra de Malvinas y en abril de 1987.
Parado tras una reja dispuesta a lo largo de la Av. 9 de Julio, junto a otros tantos miles, Ale esperaba con ansiedad ese momento que sabía que sería fugaz. De pronto, se escucharon sirenas que se mezclaron con las banderas en amarillo y blanco. Una ráfaga de motos policiales antecedió a un conjunto de autos. Detrás de ese despliegue pasó veloz pero visible el Papamóvil. La camioneta blanca con un cubículo transparente especial para que el Papa estuviera de pie arremetió delante de sus ojos de nene. Había visto a Juan Pablo II.

Entre el 6 y el 12 de abril de 1987, el cielo en la tierra se hizo presente en el marco de una visita pastoral que lo llevó a recorrer varias provincias, además de Capital Federal. Alrededor de 4 millones de personas asistieron a sus palabras y su bondad. El 12, Domingo de Ramos, celebró una misa en Santa Fe y 9 de Julio a la que concurrieron cerca de 800.000 fieles (que se extendieron hasta pasando el Obelisco). Las banderas bicolor se habían agitado cinco años antes. Fue durante la primera visita del Sumo Pontífice a nuestro país, entre el 11 y el 12 junio de 1982. Fueron 31 horas en las que Juan Pablo II, por entonces de 62 años, vino a interceder para que las tropas en Malvinas se rindieran. El día de su llegada ofreció una misa en la Basílica de Luján (viajó en tren desde Morón hasta allí) y al día siguiente hizo lo mismo en el Monumento a los Españoles. Había llegado a Ezeiza en una tarde de clima riguroso. Ni bien bajó del avión, besó el piso, saludó, repitiendo 40 veces la palabra "paz", y dijo:

Permitidme que desde este momento invoque la paz de Cristo sobre todas las víctimas, de ambos bandos, del conflicto bélico entre la Argentina y Gran Bretaña; que muestre mi afectuosa cercanía a todas las familias que lloran la pérdida de algún ser querido; que solicite de los gobiernos y de la comunidad internacional medidas aptas para evitar daños mayores, sanar las heridas de la guerra y facilitar el restablecimiento de los espacios de una paz justa y duradera.


Tres días después, terminaba la Guerra.

6 comentarios:

Richard dijo...

Fue el único Papa que ámé y respeté- Ante su tumba en Sa pedro, no pude evitar que se me escape una lágrima.
XX

Anónimo dijo...

yo lo amé y lo odié con toda mi alma, y bromeé el dia que murió

Anónimo dijo...

ME PARECIO MUY BUENO LO ESCRITO SOBRE EL PAPA TAN BUENO EL MEJOR TENGO MUY BUENOS RECUERDOS DE EL Y YMUY ACERTADO TODO LO QUE ESCRIBISTE SARA LAM

natxus dijo...

Muy buen post. Muy objetivo.

El único tema es el final... ¿Vino a negociar la entrega o DIos metió la mano posta?

Igual, con las balas viejas y las bombas que no explotaban nos estaban rompiendo el tujes a esa altura....

# dijo...

natxus, no se si objetivo, tiene un relato previo que encarna mi vivencia. Lo demas, es info "objetiva" (en periodismo, nada es asi, pero tiene sus pretensiones). Para mi, el tipo la tenia clara y dijo "rindanse por que estan al horno mal".

Abrazooo

# dijo...

Anonimo, esta bien, el Papa genera sensaciones encontradas.

Sara Lam, muchas gracias. Besooo